El metro de Madrid esconde muchas curiosidades, pero, sin duda hay una que es la más misteriosa.
La estación de Tirso de Molina tiene una trágica fama que comenzó cuando se construyó a principios del siglo XX. Durante las obras, se encontraron en el subsuelo numerosos esqueletos y restos humanos.
En la zona se había erigido el Convento de la Merced y los huesos pertenecían a los monjes que allí residieron. Los obreros no supieron qué hacer con el hallazgo y decidieron enterrar los huesos bajos los andenes.
Parece ser que aquello no les gustó mucho a los clérigos, cuyo lamentos hay quien asegura escuchar de noche, clamando quizá por una sepultura digna.
Se cuenta que, de cuando en cuando, se puede ver a los fantasmas de los monjes caminando sin rumbo por la estación. También se cree que no son humanos todos los viajeros que se suben al metro en esa parada de la Línea 1. Algunos de los que suben ya no están en el vagón cuando este llega a la siguiente estación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario